martes, 9 de agosto de 2016

Surfista (aparentemente)

Cabello perfectamente alborotado, como si hubiera sido mojado por el agua salada y besado por el sol, del color del más dulce caramelo igual que su piel con restos del verano.
Sus ojos. Esos ojos en los que me he perdido durante la eternidad de unos segundos, del color del más puro valle de hojas verdes.
Me analizan. Lo encuentro tratando de leerme. Y yo me siento enrojecer de pies a cabeza y no puedo mirarlo. No puedo no puedo no puedo mirarlo y me hago tan pequeña que desaparezco.
Y esos ojos.